Son más de 500.000 hombre y mujeres, la mayoría anónimos, los que se vieron obligados a abandonar el territorio español al finalizar la contienda civil. En conjunto representan aquella República derrotada por el fascismo hace ya 80 años. Vidas truncadas por el desarraigo y vidas reconstruidas allende las fronteras.
Esta vez la reivindicación de la memoria del exilio corre a cargo de ilustradores españoles, algunos jóvenes y otros ya veteranos, provenientes de campos tan diferentes como la prensa o el cómic. Con estilos inconfundibles y particulares, trabajando técnicas tan dispares como la limpieza de la línea clara, la elegancia del realismo, la simplicidad del humorismo o de lo naïf entre otras. Rescatan del olvido vidas de personajes que resultan clave para entender la historia de lo que supuso la Guerra Civil en nuestro país.
Dos únicas premisas fueron impuestas a los ilustradores: el retrato debía ser de cuerpo entero y, de fondo, prevalecería uno de los colores de la bandera republicana: rojo, amarillo o morado.
La visita a esta exposición, en la que entre otros se encuentran cuatro exiliados vallisoletanos: Rosa Chacel, Jorge Guillén, Pío del Río Hortega o Aurelio García Lesmes, merece la pena y la memoria lo demanda.
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