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PATIO HERRERIANO

 

“RETORNO DE LA PINTURA” muestra obras de Alfonso Albacete / Miquel Barceló / José Manuel Broto / Miguel Ángel Campano / Ferrán García Sevilla / José María Sicilia. Todas son obras pertenecen a la Asociación Colección Arte Contemporáneo y a la Colección Gas Natural Fenosa, del Museo.

Es a finales de los años 70 y principios de los 80, en plena transición política en España, en el ámbito de la producción artística cundo surge un retorno de la pintura. Si bien es cierto, que la pintura como género artístico no había desaparecido, pero durante la década de los 70 los artistas se centraron en explorar las posibilidades de otros soportes no tradicionales del arte y más novedosos, como la instalación, el vídeo y la performance. Éste concepto de “retorno de la pintura” es el resultado de la recuperación del interés por la pintura como medio de investigación para expresar nuevas ideas.

En ésta muestra se recogen obras de seis artistas que actualmente son un referente dentro de la pintura española y que su obra va desde los años 80 hasta la actualidad. Alfonso Albacete, Miquel Barceló, José Manuel Broto, Miguel Ángel Campano, Ferrán García Sevilla y José María Sicilia, no formaron nunca un grupo artístico, sino que cada uno de ellos desarrolla un camino en solitario buscando su propia seña de identidad.

 

LOS AÑOS 80

Tras la resaca del conceptual y de los movimientos teorizantes de los sesenta y setenta, los años ochenta figurarán en las páginas de la historia del arte marcados por el retorno a la pintura. Sin caer en el simplismo de tachar en bloque este retorno como regresivo y reaccionario, pero sin ignorar las presiones del mercado del arte, la necesidad de las galerías de "productos" que vender, y los casos flagrantes de falsas genialidades, Kevin Power analiza el fenómeno mediante la aproximación diferenciada a las distintas tendencias e individualidades, y en una serie de lúcidas y rápidas pinceladas -donde hay espacio para el humor, la crítica corrosiva y la defensa apasionada-, nos da las claves para comprender el complejo panorama artístico de un convulso fin de siecle.

Es evidente que el retorno a los placeres de la pintura que marca el principio de la década de los ochenta puede considerarse como una reacción a la austeridad, el esoterismo y el trabajo teorizante de los setenta, y en particular al desvanecimien­to y la declinación de la pintura por influencia del arte minimalista y del conceptual.

En Europa y en Estados Unidos, muchos de los artistas asociados a esta vuelta a la pintura tienen un pasado ine­quívocamente conceptual. Me refiero en concreto a artistas co­mo Salle y Fischl (que estudiaron en Los Angeles con Baldessari); a Cucchi y Clemente; a Bruce McClean; a Julio Sarmento; a Kiefer, a las "Cartas de Color' de Richter de mediados de tos sesenta y a las acciones de Im­mendorf [aunque debería aclarar en seguida que el compromiso de los artistas alemanes con la pintura data de los sesenta (los significativos ''ditirambos" de Lu­pertz en 1964 y los miembros torturados de Baselitz de 1963, influidos por Artaud), y que en el caso de esos artistas no había ningún retorno, sino que el reco­nocimiento internacional llegó con retraso y sólo se produjo cuando el énfasis generalizado volvía a ponerse en la pintura, a principios de los años ochenta]; y en Ferrán García Sevilla.


 

 

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