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GALERÍA JAVIER SILVA

 

¿Mis pinturas no aparecen de la nada en el lienzo, se puede decir que ya existen de alguna manera cuando me enfrento al soporte todavía en blanco. Siempre vienen motivadas por el encuentro con alguna imagen que me fascina y me mueve a pintarla. Antes de empezar, ya preveo una traducción de esa fotografía al cuadro en mi cabeza. Por supuesto, esa imagen mental inicial nunca coincide totalmente con el resultado, ya que en el proceso de la pintura siempre aparecen hallazgos y errores que se van incorporando para encarnarse en la obra final.

 

En el caso de las piezas que componen esta exposición, lo que me llamó la atención de la fotografía con la que comencé el proceso fue que era una imagen grupal en la que todas las retratadas ocultaban su rostro. Me sorprendió este gesto, claramente contrario a la idea clásica de retrato como algo que refleja de alguna manera la identidad de la persona representada. Descubrí que en la época victoriana dicho gesto se usaba en ocasiones como una manera de escenificar el luto. A partir de esa fotografía, comencé a recopilar diferentes grupos de imágenes tomadas desde mediados del s. XIX hasta los primeros años del s. XX. Algunas mantenían esa relación con el ocultamiento del rostro, otras con la atmósfera fúnebre, misteriosa o surreal de la primera imagen. Las que he seleccionado y pintado para esta exposición tienen ese nexo con lo que está oculto, con lo que no se nos permite ver.

 

Creo que estas imágenes victorianas me han servido como excusa, gracias a su potencia evocadora, para hablar de cuestiones atemporales. Estos personajes nos niegan su rostro; se sitúan de espaldas, se esconden detrás de capas y velos, se cubren con las manos… Se establece un juego entre el que mira y el que es mirado en el que es clave lo que se muestra abiertamente, lo que se oculta bajo una capa opaca y lo que se vela o se enseña a medias. Este juego habla de cómo nos relacionamos a través del cuerpo y de lo visible. Puede tener relación con el luto y el control sobre el cuerpo femenino, pero también puede ser lúdico o erótico. Me remite directamente a algunos de los mecanismos propios de la pintura, con sus diferentes densidades y su capacidad para destacar lo que está oculto, a menudo, precisamente, cubriéndolo aún más.


 

 

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